¿MAX AUB ESPÍA? LA VERDADERA HISTORIA DEL TIMO DEL BACILO.
Hemos visto hasta ahora cómo se construyó una rocambolesca historia para seducir al gran público, de impacto mediático, que quería contrarrestar la acción diplomática republicana, que aireaba la infracción de los acuerdos internacionales de No Intervención por parte de los sublevados, mientras que el gobierno legal era ahogado por mil impedimentos a sus suministros.
Desde luego, no fue la única actividad en este sentido, destacando el apoyo dado a Franco por la casi totalidad del episcopado, en una carta que se difundió en los mismos días, urbi et orbi, publicada en la prensa fascista la primera
semana de julio de 1937[i]. En el mismo número, en su primera página, aparece un mensaje de Franco a “las potencias extranjeras”, monumento al cinismo. Cito un breve fragmento: “Los sacrificios que la España nacional lleva a cabo, en defensa de la cultura occidental, para librar a su territorio del comunismo y por la unidad y resurgimiento nacional, con su gran epopeya de millares de héroes y de mártires, le permiten exigir respeto de todos, así como hablar alto al mundo y en especial a aquellas naciones que, como Inglaterra y Francia, ya por acción o por omisión, han intervenido en la contienda española en favor de los que aspiran a la bolchevización y destrucción de España”.
En este contexto, encajaba una campaña de desprestigio de la República, como la que se montó con el tema de la guerra bacteriológica. Pero algunos datos nos hacen sospechar que al haber mucho dinero de por medio, algunos quisieron sacar además tajada del asunto. Vayamos por partes.
DEL DICHO AL HECHO. – Los prisioneros Chabrat y Bougennec no fueron fusilados. Para desmentirlo, incluso se publicó en Francia una carta del segundo, en la que además de alabar lo indecible la justicia franquista, decía: “El hecho mismo de recibir esta carta prueba la falsedad de la información según la cual hemos sido condenados a muerte y ejecutados. No solo no estamos muertos, sino que no hemos comparecido nunca ante un consejo de guerra en Pamplona, habiendo sido juzgados en Irún. […] Actualmente estamos bajo vigilancia en el ayuntamiento de Irún, único edificio publico de esta desgraciada villa”[ii].
No solo eso, el padre de Bougennec presentó una querella ante los tribunales[iii] a través de su abogado André Cherier, pidiendo la búsqueda de los individuos que, abusando de la juventud de su hijo, lo habían mandado a España para un supuesto ensayo de guerra bacteriológica.
UN AMBIENTE PROPICIO: Durante los primeros meses de contienda, la situación diplomática de la II República fue caótica, tanto por la defección de gran parte de sus responsables, como por las trabas administrativas que comportaba la No Intervención. Así, no es descabellado pensar en que se dispuso de grandes sumas de dinero para efectuar con urgencia pagos de compras de todo tipo de suministros y que ello hizo acudir a una variopinta plétora de mercaderes y oportunistas. En el momento del asunto que nos ocupa, el embajador en París era Luís Araquistáin, quien a su incorporación: “en la embajada le esperaba el gran lío en que se había convertido la compra de armas, y encontró “verdaderamente irrespirable” el ambiente de desconfianza que reinaba entre las personas y los grupos implicados en ella[iv]”. Situación que se arrastraba ya desde los inicios, cuando su predecesor, Fernando de los Ríos, con la ayuda de Jiménez de Asúa y Pablo de Azcárate (grandes intelectuales, poco comerciantes), “trataban de evitar las trampas y celadas que les tendían en cada esquina. De las salidas de lingotes de oro de Madrid habían informado con detalle los periódicos de derechas, provocando una nueva “fiebre del oro” en los comerciantes de armas de toda Europa —y a decir verdad, en los comerciantes de cualquier mercancía, desde bicicletas a chatarra hasta alfombras persas— que veían en el calvario que estaba atravesando la República una oportunidad de oro para forrarse”[v]. El propio Azcárate afirmaba que “la embajada se había convertido en un espectáculo indescriptible, un auténtico bazar en el que personas de las más diversas nacionalidades y tipos entraban y salían a todas horas del días y hasta altas horas de la noche, ofreciendo toda clase de armas, municiones, aeroplanos… ¡Cuántas veces Fernando de los Ríos y yo tuvimos que pasar la angustia de no saber si una oferta era seria y merecía ser considerada o era simplemente otro vil intento de estafarnos[vi]”.
QUE DICEN LOS HISTORIADORES: Según el ínclito X15Z, el tinglado se montó en un par de reuniones, a partir de un encuentro en un cabaré. Sin embargo, no todos los estudiosos están de acuerdo. Veamos a un pionero del tema, Domingo Pastor Petit, al citar a Eugenio Xammar que nos cuenta[vii]: “En mayo-junio de 1937, dos periodistas, quizás franceses, se presentaron en la Embajada española de la capital de Francia. Preguntaron por Eugenio Xammar, diplomático catalán de larga andadura, y se presentaron como “journalistes”. Le comunicaron de inmediato que la República estaba amenazada por una campaña de prensa difamatoria a base de testimonios falsos y fotos preparadas. “Nosotros trabajamos para los servicios de Propaganda del SIFNE, pero simpatizamos con el régimen republicano y estaríamos, por tanto, dispuestos a no llevar a efecto esa campaña por la modesta cifra de 50.000 francos” … El catalán, tras rogarles que acudieran al día siguiente, expuso el asunto al embajador don Ángel Ossorio y Gallardo, cuya respuesta fue harto simple: —¡Ni un real!” (Notamos que concuerda con la fecha de publicación de “Yo he sido espía rojo”)
Pastor Petit lo cita como el primer paso de “un plan tenebroso” que iba a introducir en España la guerra bacteriológica con el objetivo de calumniar a políticos y militares de la República. Ante la negativa a acceder al chantaje, el autor añade: “Tal como se había previsto, el periódico Le Journal[viii], pro nacionalista, apareció con sus 900.000 ejemplares, encima de cada uno de los cuales podía leerse que el Gobierno republicano preparaba una vasta y cruel guerra bacteriológica[ix].
Sin el suceso inicial de Xammar, otros historiadores también coinciden en que se trataba de una estafa. ¿A quién?
Pedro Barruso, nos dice[x]: “Se recoge la impresión de las autoridades de frontera, convencidas de que el asunto es un timo y que Bougennec y Chabrat son simples comparsas aunque afirman que el proyecto de extender una enfermedad contagiosa en España existe (referencia a La voz de España del 2.8.37, equivocada puesto que el día 2, lunes, no se publicaba). Por tanto lo que inicialmente era una simple estafa se convierte en una intensa campaña de propaganda de los medios franquistas que incluso llega al extranjero, cuando el órgano de prensa del partido nazi en Berlín, “Angriff” se hace eco de la noticia publicando un artículo titulado “Política bacteriológica” (CADN, Madrid, C574) en el que se informa de la detención de los dos franceses. El epílogo de esta historia se produce en octubre de 1937, cuando los dos detenidos que permanecían detenidos en Ondarreta son condenados el día 13 a veinte años de cárcel, pena que es confirmada en Burgos el 3.12.1937[xi], no sin que el abogado defensor de los detenidos haga constar que a los dos procesados de lo único que se les puede acusar es de un asunto de estafa cometido en Francia”.
Para terminar diciendo: “La truculenta información no tardó en ser olvidada, pero durante unos cuantos días produjo un fuerte revuelo. No todas las campañas de guerra psicológica entonces desencadenadas fueron tan burdas como ésa”.
También se puede citar a otro especialista en el tema, Félix Luengo, que nos explica, citando al admirado escritor motivo de toda esta pesquisa[xii]: “Max Aub apareció, en marzo de 1937, mezclado en un turbio asunto aireado por la prensa conservadora francesa que le atribuía, junto a Quintanilla, la organización de una maniobra de guerra bacteriológica. Según estas noticias se estaba preparando a algunos individuos a los que se había inoculado bacilos de una enfermedad contagiosa para que atravesaran la frontera y contagiaran con ella a los ejércitos franquistas. Probablemente no fue más que una campaña de intoxicación montada por los servicios de espionaje franquistas, concretamente por el dirigido por el comandante Troncoso”
EN RESUMIDAS CUENTAS, podemos pergeñar una más que posible evolución del tema:
- Ante el equilibrio militar aún existente, se redoblan los esfuerzos de los rebeldes para desprestigiar a la República, con la intención de reforzar el bloqueo causado por la No Intervención.
- El coronel Troncoso[xiii] o su equipo, diseñan un plan para transmitir la idea de que la República preparaba la guerra bacteriológica. Es posible que para hacerlo más creíble acudiera al servicio de algún inglés que utilizaría dinero franquista.
- A la vista de la oportunidad, se intenta sacar mayor tajada, mediante el seguro que se contrata para los dos “infiltrados”, de 1.000.000 de francos. De ahí la referencia a Bossoutrot (consejero técnico de la Compagnie des Assurances Maritimes, Aériennes et Terrestres) en los primeros lances.
- Se reúnen una serie de individuos de todo pelaje, muchos de ellos amantes de la buena vida, entre los que se elige a los dos “cobayas” para el simulacro de inoculación de enfermedades. Estas son desmentidas incluso por los propios franquistas, en el estudio realizado por un tal Dr. Anguera, que dice textualmente[xiv] (¡ya en junio!): “De toda esta serie de trabajos concienzudamente efectuados no pudimos sacar la prueba veraz, el convencimiento firme, de que estos individuos fuesen reservorios de virus o portadores de bacterias. ¿Qué es lo que se pretendió al escarificar, tan espléndidamente a estos sujetos y enviarlos a España sin una misión concreta ni determinada? Se trata probablemente de un intento frustrado de transmisión de virus, pues cabe dentro de las posibilidades bacteriológicas inmunizar en forma activa o pasiva a un sujeto, para que luego de conseguida la inmunidad se pueda convertir en portador de una enfermedad infecto-contagiosa y que en este caso seguramente nosotros hubiésemos descubierto, si la operación hubiese sido bien realizada”.
- El dinero, que al parecer corrió a manos llenas, era aportado por agentes franquistas británicos, que esperaban resarcirse con el seguro, al que tendrían derecho con el dictamen elaborado por su propio bando. Este cobro queda en duda, al ser confirmada por los propios sublevados el no fusilamiento de los dos presuntos “cobayas”.
- Y la gran pregunta: ¿A qué tanto empecinamiento con Max Aub? Sí, él estaba como agregado cultural de la Embajada en época de Araquistáin cuando sucedió lo narrado, pero de todo lo visto se puede admitir, como mucho, su presencia en los primeros instantes, por otra parte lógica, en especial por la presencia de un diputado radical socialista de prestigio, así como de algún voluntario de las brigadas internacionales. Luego su rastro en el relato se pierde, y por descontado no está presente en ninguno de los sucesos del sur de Francia y el paso de frontera.
Desde el punto de vista franquista, hubiera sido más lógico emponzoñar la imagen de Quintanilla o Luís Buñuel, al cargo de la propaganda de la Embajada, y el cuál ni tan sólo se cita, o incluso del Embajador o algunos de los cónsules de la zona. Sin embargo, alguien debía tener una gran animadversión hacia el escritor valenciano, o si no, veamos cómo, en la cuarta entrega de Yo he sido espía rojo en el diario El Alcázar (en este periódico se dividió en cinco entregas), aparece un recuadro sin firma, titulado ¿Quién es Max Aub?, que recomiendo no leer (razón por la que no doy enlace), pero que contiene frases como: “Ya por su aspecto comercial, es el típico caso judío. Comprar lo más ventajosamente posible, estrangulando y apretando a los fabricantes y vendiendo en el mercado lo más caro. Los clientes, que cayeron en dificultades de pago, si es que no notaron hasta entonces lo que es estar en tratos con judíos, abrieron los hojos (sic). Fabricantes de bisutería y proveedores de esta casa se han visto apuradísimos al verse en manos de él habiéndose dado el caso de dos suicidios durante una misma semana”.
Como colofón, sirva simplemente la primera página de un periódico francés, en absoluto partidario de la República, que resumen el incidente en primera página de su ejemplar del 5 de agosto:
DESDE EL PUNTO DE VISTA CIENTÍFICO: “La microbiología no puede tomar en serio este asunto”, dice un sabio del Institut Pasteur.
DESDE EL PUNTO DE VISTA JURÍDICO: “Una tentativa de contaminación puede implicar, a su autor, el pelotón de ejecución… o 16 francos de multa”.
DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL: Dos pobres chavales imprudentes, víctimas de gente sin escrúpulos.
Y, a pesar de las intenciones del bando franquista de presentar la añagaza como argumento de ataque en las sesiones de la Sociedad de Naciones, el mismo periódico, en su página 2, afirma que ello no se ha realizado, debido a que solo los gobiernos reconocidos pueden ejercer tal derecho. Así que todo el montaje sirvió para una campaña más de intoxicación (esa sí) informativa durante un corto periodo de tiempo.
Lo más lamentable es que aún hoy en día, se coja este triste y melodramático episodio como cierto[xv] y se continúe ensuciando, sin ninguna base, la imagen de Max Aub. Dijo el escritor en uno de sus divertidísimos Crímenes ejemplares[xvi]: “Lo envenené porque quería ocupar su puesto en la Academia. No creí que nadie lo descubriera. ¡Tuvo que ser ese novelista de mierda que, además, es comisario de policía!”. ¿Sería Troncoso?, desde luego, visto el estilo, X15Z era un novelista de mierda. Basándose en un hecho corriente en aquellos días, la detención de dos infiltrados urdió una trama que sirvió de ponzoña. Admitamos, como mucho, que Max Aub, y su explosiva imaginación, estuvieran en una cena en París a primeros de 1937, una de tantas con comensales de todo tipo, en aquellos días caóticos de negociaciones y elucubraciones sobre cómo ganar la guerra. Ese hubiera sido su descuido, su circunstancia o su crimen. Lo demás sí son cuentos[xvii].
AQUÍ TERMINA EL HILO DE ENTRADAS RELATIVAS AL EPISODIO DE GUERRA BACTERIOLÓGICA QUE EN 1937 AFECTÓ A LA IMAGEN DE MAX AUB.
SIN EMBARGO, EL FILÓN NO SE AGOTA. LOS SEGUIDORES PODRÁN VER EN LA PRÓXIMA ENTRADA, UNA VERDADERA Y TRUCULENTA GUERRA BACTERIOLÓGICA LLEVADA A CABO POR ALGUNOS DE LOS PROTAGONISTAS DE ESTE RELATO.
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[i] La voz de España, 7.7.1937. Carta publicada como suplemento. Verla en https://laicismo.org/data/docs/archivo_1430.pdf
[ii] L’Action française. 6.8.1937. Página 1-2. https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k7667826
[iii] L’Indépendant des Basses-Pyrénées 7.8.37 https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k52723803
[iv] HOWSON, Gerald (1998). Armas para España. Barcelona, Ed. Península. Página 145
[v] HOWSON, Ibid. Página 114.
[vi] AZCÁRATE, Pablo. (1976) Mi embajada en Londres. Barcelona, Ariel. Página 21.
[vii] XAMMAR, Eugenio ( ) Seixanta anys d’anar pel món. Barcelona, Ed. Pòrtic. En PASTOR PETIT (1978), página 259
[viii] https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k7634363g
[ix] PASTOR PETIT, Domingo (1978) Los dossiers secretos de la guerra civil. Barcelona, Argos. Páginas 259-260.
[x] BARRUSO BARÉS, Pedro (2008). Información, diplomacia y espionaje. S. Sebastián, Ed. Hiria. Página 105
[xi] Archivo del Tribunal Regional Militar nº 4 (El Ferrol). Leg. 50, exp. 3209
[xii] LUENGO TEIXIDOR, Félix (1996). Espías en la Embajada. Bilbao, Univ. Del País Vasco. Página 48, nota 24.
[xiii] Julián Troncoso fue nombrado “Jefe de los Servicios de Frontera del Norte de España con jurisdicción en las provincias de Navarra y Guipúzcoa, teniendo a su cargo la vigilancia con tropas de todos los Pirineos hasta Huesca; de las costas hasta el frente de guerra y de los servicios de aduanas y de represión del contrabando”. En 1937 fue nombrado comandante de Fronteras en Irún, desde donde organizó, y hasta dirigió personalmente, una red de “comandos” que asaltaba buques “rojos” surtos clandestinamente en puertos franceses; sus éxitos fueron continuados, principalmente porque hizo creer que era un ente independiente que vendía sus capturas al mejor postor, pero éste era siempre el Gobierno de Franco. De aquí que en los medios franceses se le conociera como El pirata del Bidasoa. (https://dbe.rah.es/biografias/65901/julian-troncoso-sagredo)
[xiv]https://ceclmdigital2.uclm.es/viewer.vm?id=0002306861&page=1&search=&lang=es&view=prensa
[xv] https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/la_voz_del_lector/frente-popular-intento-provocar-pandemia-espana-guerra-civil/20200402214703142113.html
[xvi] AUB, Max (2015). Crímenes ejemplares. Barcelona, Libros del zorro rojo. Página 36.