Hoy, 5 de agosto de 2022, acabo de recibir la noticia del deceso de mi buen amigo Gérard Malgat.
Gran conocedor de obra de André Malraux y de Max Aub, compartimos congresos y tertulias, así como varias visitas suyas a España, donde visitamos algunos de los lugares donde se rodó Sierra de Teruel.
A título de homenaje, reproduzco aquí el artículo que tuvo la gentileza de ceder para el espacio «De los amigos» de esta web.
Max Aub y André Malraux: retrato de una amistad en el espejo roto de la Historia
Gérard Malgat (Doctor de la Universidad de París X-Nanterre)
Max Aub y André Malraux: M.A y A.M. Dos iniciales en espejo, dos vidas comprometidas en las fracturas de un siglo de hierro y sangre, marcado por dos guerras mundiales. Dos obras literarias que conocieron un destino radicalmente diferente, ya que si Malraux conoció la fama desde que publicó sus primeros libros, la obra de Aub no pudo nunca encontrar a sus lectores: sus exilios sucesivos le impusieron una relegación que se prolongó hasta su último aliento de vida.
Desde hace unos años, Max Aub ha vuelto a aparecer en la vida literaria española. ¿Qué significado dar a este hecho, particularmente vigente en este año 2003 de su centenario, rico en congresos, exposiciones, reediciones y adaptaciones teatrales programadas en España, en Francia y en México? Contentémonos con sugerir dos hipótésis. La primera atañe a su trayectoria, en la cual intervienen sus ascendencias familiares: la vida de Aub concentra y sintetiza la Historia de Europa durante el siglo XX. Trayectoria emblemática de los horrores de este siglo, donde vinieron a oponerse a la vez las naciones y las ideologías hasta las últimas consecuencias de su totalitarismo salvaje. La segunda está ligada tanto con la fuerte personalidad del hombre como con la diversidad y la abundancia de su obra, que constituye una extraordinaria suma de documentos disponibles para todos -universitarios, investigadores, especialistas o no- los amantes de la literatura, de las artes, del teatro, de la historia o de la sociología política… ¡Max Aub nos ha legado un cuantioso material de reflexión, de cuestionamiento del mundo y hasta de diversión! Nos proponemos aquí evocar la fiel amistad que unió a Aub y a Malraux en cuatro de sus campos de complicidad: el cine, las artes y la pintura, la política y, por supuesto, la literatura.
- El cine
1.1 Fruto del compromiso antifascista: el rodaje de «Sierra de Teruel»
En los años treinta, en el momento en que el cine hablado se impone, Malraux y Aub, que todavía no se conocen, comparten una atracción común por el séptimo arte. Ellos ven en él un nuevo medio tecnológico con ricas posibilidades y un arte novador disponible para describir la complejidad del mundo. El comentario de Olivier Todd, en su biografía dedicada a Malraux, puede aplicarse del mismo modo a Aub: «Para su generación, el cine se vuelve una fuente de informaciones condensadas y de emociones duraderas, una nueva técnica para percibir, describir, escribir el mundo».
Aub afirmó en varias ocasiones cuán el rodaje de Sierra de Teruel, como ayudante de Malraux, fue una experiencia trascendente y el zócalo de una amistad inquebrantable. En una serie de entrevistas radiofónicas realizadas en 1967 con su amigo André Camp, Aub se acordaba del encuentro decisivo con Malraux:
“…Entró en mi despacho en Barcelona, donde entonces yo dirigía los teatros españoles «vamos a hacer L’Espoir”. Le dije “¿qué…?” Vamos a hacer L’Espoir. El libro acababa de ser publicado. […] Él pensaba en hacer una película, de acuerdo con el gobierno español. Teníamos en aquel entonces una posibilidad fenomenal de distribución con los Estados Unidos. Le dije “ni hablar”. Yo, puedo dirigir una obra de teatro, es lo que he hecho toda mi vida, pero en lo que se refiere al cine no sé nada de nada. Entonces me dijo: “Yo tampoco, ¡pero vamos a hacer la película!” ¡Y la hicimos! […] es una película hierática, primitiva, pero de una gran belleza. Fue entonces cuando se trabó mi gran amistad y admiración por Malraux.”2
1.2 El gran pesar de Max Aub
Exiliado a México, Max Aub va a utilizar su recién competencia cinematográfica adquirida como brazo derecho de André Malraux. Además de un oficio de consejero técnico en la Comisión Nacional de Cinematografía en el transcurso del año 1943 y de un cargo de profesor en el Instituto Cinematográfico de México -donde se quedará hasta 1951-, Aub escribe diálogos y participa en la realización de decenas de películas3Este oficio tiene sobre todo una función económica ya que la mayoría de esos filmes -excepto en el caso de una o dos colaboraciones, como la que tiene con Luis Buñuel para el escenario de Los Olvidados– no tienen mucho interés artístico. Aub abandona su actividad cinematográfica sin haber agotado su interés por el séptimo arte y tampoco sin concretizar su deseo de llevar a la pantalla una de
sus obras, por falta de recursos económicos. Su Campo francés, guion escrito en 1942 durante los veintitrés días de su travesía de Casablanca hasta Veracruz, permanecerá largo tiempo en los cajones, y no podrá nunca llevarlo a la pantalla. Punto común con Malraux, que nunca podrá concluir la adaptación cinematográfica de La condition humaine.
Ubicado en México, Aub continúa a interesarse en el destino de Sierra de Teruel. En
septiembre de 1944 escribe a Malraux: “Hay una copia de Sierra de Teruel en Nueva York, en manos del Museo de Arte Moderno. Imposible de obtenerla. Sería interesante tener un “lavander” aqui, el momento resulta bastante propicio desde todo punto de vista.”4
Pero Aub tendrá que esperar muchos años antes de presentarla en México, el 24 de abril de 1960. Por esta circunstancia, vuelve a pronunciar parte del discurso que había dirigido al equipo del rodaje en 1938 en el momento de empezar la realización: “Compañeros, trabajamos ahora con Malraux.[…] Ninguno de los acontecimientos de la película son inventados, sino transpuestos. O son del dominio popular o le ocurrieron al propio Malraux cuando mandaba las fuerzas aéreas extranjeras al servicio de la República antes de que nos llegaran otras alas amigas. […] No olvidemos que trabajamos para el público y para el pueblo.”5 Cuando en mayo de 1965 Aub viaja a Francia para participar en el jurado6 del festival de Cannes, con toda probabilidad gracias a André Malraux, entonces Ministro de Cultura, propone a José Martínez, fundador de las ediciones Ruedo Ibérico de publicar el escenario de
Sierra de Teruel, completada por imágenes de la película. Aub pide su autorización a Malraux, que pone dos condiciones: que la edición aparezca solamente en México7 y no en París, y que sea únicamente editada en lengua española El ministro de Estado no parece desear que su pasado de combatiente de la guerra de España vuelva a aparecer en los escaparates de las librerías parisienses… Exigencia ciertamente desfavorable a Max Aub, pues esta edición hubiera contribuido quizás a difundir sus libros en Francia. Cuando Malraux recibe la edición del libro publicado por el editor mexicano Era, reacciona con algunas palabras lacónicas: “Bien reçu la Sierra. Ça fait des rêves… à bientôt. AM.”8
- Las artes y la pintura
2.1 Une pasión común
Desde su juventud, Aub y Malraux comparten la misma pasión por los artes y la pintura. Recordemos que durante los años valencianos, entre 1924 y 1936, Aub había trabado amistades con pintores y había empezado a reunir una colección de cuadros. Durante los treinta años de su exilio mexicano, no deja de comprar libros de pintura, se escultura, de teorías y reflexiones críticas sobre las artes. Esta pasión es otro vínculo con Malraux, a quien le gusta proclamar: “Yo soy en arte como otros son en religión”. En los años cincuenta, Aub informa a Malraux de las investigaciones arqueológicas abiertas en México. Los amigos intercambian artículos de prensa, fotos y también objetos. Es así como Malraux, después de
recibir una pequeña escultura enviada por Aub, escribe:
“Boulogne, 23 de agosto de 1948
Mi querido Max:
He recibido tu cajita y la cabeza, en un sobre asqueroso, en el que es imposible leer tu dirección. En consecuencia, y conociendo tu antiguo gusto de ser miembro de un montón de sociedades, y viendo que, además una de tus cartas anteriores lleva la dirección de la Sociedad de Autores (que no debe de haber sido trasladada a Moscú, te contesto por intermedio de la dicha sociedad. Gracias por la cabeza. Si tienes datos sobre su origen me gustaría conocerlo pues su estilo es increíblemente egipcio. Por supuesto, viene de los mexicanos en Egipto y el transporte no ha sido inventado para los gatos. Si por casualidad tuvieras las certeza de que ha sido encontrada en América, sería bastante interesante, en particular por la posición del cuello.
Voy a intentar mandarte, para equilibrar, alguna cabeza de muñeca gala, pero el artículo ya no se encuentra.”9
Carta rica en alusiones políticas -Malraux está entonces comprometido en la construcción del partido del “Rassemblement du peuple français” (RPF) y objeto de las críticas virulentas de los comunistas que le reprochan su incorporación al clan de los gaullistas- y alusiones felinas: conocemos el gusto de Malraux por los gatos…
2.2 La complicidad alrededor de la fábula de “Jusep Torres Campalans”, pintor imaginario
Esta afinidad compartida va a ejercerse a lo largo de los episodios de las ediciones de Jusep Torres Campalans, libro original, invención magistral del falsario talentoso Max Aub, que aplica esta afirmación de Malraux escrita en 1929 en prólogo de un catálogo: “¿Qué diferencia entre una buena falsificación y un original malo? La falsificación es eminentemente creativa”.10
Malraux está en connivencia desde el nacimiento del libro que, por lo demás, se abre con esta sencilla dedicatoria: «A André Malraux». El pintor Campalans es un personaje privilegiado para unir a Malraux y Aub en la complicidad. En 1958, Malraux debe de sentir más afecto por este artista aventurero perdido en el Chiapas que por los numerosos personajes aubianos de la guerra… A partir del momento en que Malraux se ha hecho gaullista, ha apartado su período de combatiente de la guerra de España en un pasado personal remoto y caduco. A la salida del libro en México, en julio de 1958, Malraux se ha enterado, con entretenimiento, de la efervescencia artístico-periodística producida por la exposición de los cuadros. Uno de ellos, cuyo título es Retrato de Picasso, está presentado con la mención «propiedad André Malraux». Esta indicación -como todas- es una gracia de Max Aub, que juega con la complicidad de sus amigos célebres para atraer la curiosidad de los críticos de arte sobre este pintor descubierto por él en el Chiapas.
Cuando en los primeros días de agosto de 1958 Malraux recibe la edición original, cumplimenta a su amigo con esas palabras: «Acabo de recibir el «Pintor imaginario» y le encontré con buena pinta, además de una buena dedicatoria.»
Sin ninguna duda, André Malraux tiene un papel clave en la preparación de la edición francesa. Malraux, que asume la responsabilidad de Ministro de Asuntos Culturales en el gobierno nombrado por de Gaulle desde julio de 1959, es muy amigo con los Gallimard y obtiene su acuerdo para la publicación de Jusep Torres Campalans.
Massin, director artístico en Gallimard, se encarga de la realización de la maqueta. Nos ha dado su testimonio:
«Fue Malraux quien me presentó a Max Aub en 1960, poco antes de la publicación del Campalans. Max, a partir de aquella época, hizo varios viajes a París. Cuando venía, se quedaba cuanto podía. Iba al teatro, iba a ver todas las exposiciones de pintura: Malraux y Aub compartían la pasión por los museos… En 1960-61, para la salida de Jusep Torres Campalans, Max Aub permaneció varios meses en París. ¡Fue Malraux quien impuso a Gallimard el libro de Max, no cabe duda! Pues a Gaston Gallimard no le gustaban para nada los libros ilustrados; sólo le interesaban la literatura y los textos. De hecho la colección «El universo de las formas» fue a punto de no publicarse en Gallimard ya que Gaston «arrastraba los pies» y Claude también: no querían. Aplazaban lo más posible la decisión.
Malraux tuvo que ejercer un verdadero chantaje y al final aquella colección se realizó en 1957. ¡En cuanto al Campalans, como ellos conocían este tipo de libro y sabían que además era un «canular». Pero Malraux tenía una influencia enorme. Llamaba por teléfono a Gaston y le decía «¡Publica ese libro!» Gaston cumplía la orden.
Max Aub venía con frecuencia a la sede de Gallimard. Él nos invitaba a menudo en buenos restaurantes, ¡lo que conocía mucho mejor que la mayoría de los parisinos! Éramos algunos: Malraux, Bernard Anthonioz -el marido de Geneviève de Gaulle, él era entonces consejero de Malraux-, Albert Beuret su director de gabinete y Jean Grosjean el poeta, los cuales habian sido prisioneros con Malraux en 1940.
Max iba a ver a Malraux al ministerio, calle de Valois, sin que le anunciasen: se imponía a todos los ordenanzas -¡al final todos lo conocían!- y entraba en el despacho de Malraux como si fuera su casa. ¡Aub estaba al tanto de todo! Una vez, de vuelta de una visita a Malraux al ministerio, Aub me dijo: «¿No conoce usted la última noticia? de Gaulle propone a Malraux el ministerio de Empleo. Lo rechazó porque, me dijo, ¡si hubiera aceptado aquel ministerio, hubiera tenido quinientas huelgas a cuestas!» Realmente, Max Aub sabía todo lo que pasaba en los arcanos del poder político.
A la salida del libro Jusep Torres Campalans, todo se anunciaba con buenos auspicios: Malraux hacía de cómplice y daba su aval con demás amigos como Jean Cassou, Roger Caillois… nos habíamos divertido mucho al atribuir los cuadros al final del libro: así es como se puede leer «propiedad de André Malraux, propiedad de Massin, de Roger Caillois, de Picasso»… Todos los amigos de Max. ¡Todo inventado!
Además, con Malraux y con varios familiares de Max11, habíamos tomado los contactos necesarios para que los periodistas fueran «intoxicados»… Pero el artículo titulado con enormes letras «canular» publicado por France Soir el 21 de febrero, el mismo día de la salida del libro, lo derrumbó todo. Fue un fracaso comercial rotundo.»12
Esta edición francesa de Jusep Torres Campalans, con la cual Max Aub tenía muchas esperanzas de encontrar a lectores de este lado del Atlántico, se vendió muy poco. Ni la complicidad activa de los amigos de Max Aub, tampoco los numerosos artículos publicados en la prensa francesa no pudieron suscitar la curiosidad de los lectores. El pintor inventado no pudo ayudar a la vuelta del escritor y de su obra a Europa.
Después de este fracaso, Gallimard no mostró mucho entusiasmo para editar otros libros de Aub. Sin embargo en 1967, Malraux contribuyó a obtener de la editorial francesa la edición de Dernières nouvelles de la guerre d’Espagne, que reúne parte de los relatos de testimonio de Aub sobre la guerra y su desenlace, aquella “retirada” y sus filas de exiliados. Fue el último libro publicado en Francia durante la vida del escritor.
- La política
3.1 El asunto de la visa y el papel de Malraux
Para las Autoridades francesas, Aub es durante mucho tiempo un “indésirable”, un activista peligroso. Francia le niega la entrada por un supuesto activismo comunista que encuentra su origen en sus actividades de 1937 en París –participa en varios mitines con la periodista Andrée Viollis-, de 1938 en España con su colaboración con Malraux para la adaptación de L’Espoir, y de 1940 en París y Marsella. Cuando en 1951 Aub le avisa de la decisión de Francia de negarle una visa, Malraux está convencido de solucionar rápidamente este problema. Se pone en contacto con Georges Pompidou –entonces miembro del Consejo de Estado- que le confirma que el bloqueo viene del ministerio de Interior.13 Malraux debe desistir de su optimismo y el 16 de marzo de 1951 escribe a Aub:
“Mi querido Max:
Las cosas no se van a arreglar facilmente, porque tienes un dossier probablemente falsificado por los “cocos”14, en la época de su poder.
Habrá que poner en claro todo eso en circunstancias políticas más favorables, que quizás no estén muy lejanas.”15
Hasta el momento, nada ha venido a confirmar la sospecha de Malraux, y sólo es cierto que el ministerio de Interior consideró válidas durante mucho tiempo las innumerables denuncias de los años de la Colaboración. Aub es muy afectado por este rechazo francés, que no encontrará solución hasta el otoño de 1958, fecha que corresponde al momento en que el general de Gaulle llega al poder y cuando Malraux accede a las responsabilidades ministeriales. Es muy probable que este puesto en la cumbre del Estado le permita intervenir con eficacia para archivar el expediente que poniá trabas a la libertad de circulación de Max Aub en Francia.
Estos sin sabores no alteran la amistad entre ambos hombres, que comparten una misma concepción, una misma filosofía general de la política: rechazan un maniqueismo que reduce las relaciones internacionales a un enfrentamiento entre los dos bloques del Este y del Oeste.
Creen en la posibilidad de conciliar la socialización de la economía con la libertad individual de pensamiento, de opinión, de creación. Esas concepciones comunes no impiden sus debates e incluso algunos desacuerdos, especialmente durante los años de la “guerra fría”. En los Diarios de Max Aub, con fecha del 1 de octubre de 1945, encontramos:
“Tres años de México. Malraux habla de una civilisación atlántica. ¡Cómo no sea la tartesia, hundida entre España y las Canarias!
[…] Curioso esfuerzo de Malraux de querer desgajar la cultura portuguesa de la española. ¿Qué mosca le ha picado?”16
3.2 “¿Qué defendemos?” o un alegato en favor de la libertad del arte
Durante esos años de intensos enfrentamientos ideológicos, tanto Malraux como Aub reivindican la libertad de las artes y de la cultura. No aceptan la sumisión que el Partido comunista impone a los músicos, a los escritores y a los pintores de los países del Este, invitados a plegarse a las reglas del realismo socialista y a las obligaciones autocríticas cuando los dirigentes han decidido que el arte de fulano o de mengano era burgués y decadente.
Las notas reproducidas a continuación están fechadas en 1951, cuando Malraux acaba de publicar Les Voix du silence, nueva versión de La psychologie de l’art que había publicado en tres tomos en la editorial Skira en 1947, 1948 y 1949. Aub, que se ve simultáneamente acusado de comunista en París y de anticomunista en México, entabla con Malraux un debate epistolar sobre las relaciones entre comunismo y libertad:
“De acuerdo: ¿qué defendemos? o –sería mejor si se tratara de conquistar- ¿con qué atacamos? No va a ser con un crucifijo, […] Contestas a eso con una definición de la cultura…
En aquel tiempo cuando era artista creía en Dios era–podía ser – para el gobierno del hombre por el hombre (representante de Dios); a partir del momento cuando se vuelve ateo está fatalmente en contra. (Es la grandeza del fin del siglo XVIII hasta nuestros días) y el problema del comunismo triunfante, del comunismo en el gobierno –helo aquí- para los artistas. En resumen estamos disociados de nosotros mismos: de acuerdo con los principios, la organización económica –contra, en lo que se refiere al arte.
Somos liberales –por la libertad del arte- y no podemos serlo por la justicia. Sea Enterramos el arte, y nos tildan de comunistas- o proclamamos la superioridad humana del arte, y nos acusan de anticomunistas. Ahora bien nosotros –al menos yo- no lo queremos. ¿Entonces?
El gran vuelco del comunismo es creer que en un porvenir “x” la libertad podrá Recobrarse. Todo lleva a creer lo contrario.¿Entonces? No es muy brillante mi solución: un universo socialista en el cual la libertad del pensamiento está garantizada.
Por una parte la justicia social (horror de la palabra) y por otra la libertad* (la indivisible libertad); ¿podemos defenderlas juntas? * la libertad de expresión. Punto, eso es todo.”17
3.3 El gaullismo de Malraux… y de Max Aub
En este período de Guerra Fría, Aub admira al general de Gaulle por su capacidad a afirmar la necesidad de una tercera vía, “no alineada” con un bloque u otro. Después de la accesión de de Gaulle a la presidencia, intenta, con la ayuda de Malraux, obtener una entrevista del general, sin éxito: “Para lo del general de Gaulle, nada que hacer, no da ninguna entrevista” le escribe Malraux el 11 de agosto de 1958. Cuando se encuentra con Malraux, éste le da algunas informaciones o anécdotas en relación con las actividades del General. Aub las anota en uno des sus numerosos cuadernos y libretas, y las integra en una de sus obras pendientes. Es así como entre los poemas reunidos en Imposible Sinaí18- encontramos algunas líneas atribuidas a un tal Isaac Kaplan, que parece tener informaciones confidenciales en las vísperas del inicio de la “guerra de los seis días”:
“ El General de Gaulle
los recibió de pie.
Preguntó a Abba Eban :
– Alors Messieurs, nous attaquons ?
la tierra se los tragó
(estaba el Embajador)
y todavía no han vuelto.
Eso se llama
tener servicio secreto.
En mayo era, Abba Eban,
en mayo. ” 19
El mes de mayo del año siguiente, este «mai 1968» durante el cual “los muros tienen la palabra” y las fábricas y los teatros nacionales están ocupados, estimula la curiosidad de Max Aub que trata, desde su domicilio mexicano, de analizar el alcance de estos eventos:
“23 de mayo
¿Qué hacen en París? ¿Revuelta contra de Gaulle o la sombra de Stalin? Tal vez contra los dos. Desde luego no es un regreso (¿ Por qué había de serlo ?) al frente popular. No. ”
[…] 31 de mayo
“Protestan obreros, estudiantes, “de izquierda”, un poco de todas partes por la Resolución de DE Gaulle de quedarse (¿Qué remedio le quedaba?) al frente de los “destinos” de Francia. No se dan cuenta de que si no hubiese sido así no serían ellos los dueños sino un general de la talla de Salan o Massu. Con las ganas que tienen de sacarse las espinas enconadas de Argelia… Los comunistas, con todos sus trapicheos, lo han visto claro, y no digamos de Guy Mollet…”20
Aub intenta informarse sobre las actitudes e iniciativas de su “amigo el ministro”, según la fórmula que sus amigos suelen emplear para designar a Malraux. El 7 de junio Aub escribe:
“ Sirol me cuenta de Malraux, en los Campos Elíseos, en la manifestación gaulista.
-está asustado, me dice. No lo creo. Estupefacto sí, lo supongo. Tanto creer que se ha trabajado diez años en serio y, de pronto, todo abajo sin razón valedera. Entonces se pregunta uno: ¿Hay alguna razón valedera? Charlar de nuevo unas horas con él me llenaría de gozo.” 21
Una semanas después, cuando recibe el texto del discurso pronunciado por Malraux el 20 de junio de 1968 durante un mitin de la “Unión por la Defensa de la República” en París, le comunica a Malraux sus reflexiones y le propone su interpretación de los acontecimientos ocurridos en Francia, con su franqueza habitual y una agilidad lingüística que prueba, una vez más, un excelente dominio del francés:
“ Cher André,
Pour le discours : vu les photos, je comprends votre réaction Sorbonne-Grèves ; mais tout de même il ne faudrait pas en faire une Histoire. Pour ce qui est de l’Université -et de l’audio-visuelle[sic]- j’en sais quelque chose : on n’en sortira pas avant un siècle. L’humanité s’était habituée à une guerre mondiale chaque 25 ans, maintenant (la bombe) ceux de 40-50 ne veulent laisser leur place à ceux de 25. D’où révolution ? Pas dans le genre communiste en tout cas. Aux machines de parler.
Une “ France chancelante ” ? Non ? L’Angleterre c’est pire, et Oxford ? et Cambridge? Wimbledon, et merci. Non : c’est plutôt Gallimard contre Hachette. Enfin, tous ceux qui avaient pris le surréalisme au sérieux, Leiris ou Aragon, plus leurs jeunes Max Pol Fouchet et Cie. C’est bien du côté littérature, ce n’est pas mal vu de dehors pour la France : “ révolution culturelle ” en plus vrai que l’autre. Le problème de la jeunesse n’est tout de même pas un problème de revues littéraires. Évidemment il faut faire vite dans le monde entier. Mais quoi ? Pour le reste tu deviens prophète. Bon on s’y fera.
[…] Pour la traduction des “ Antimémoires ” en espagnol, j’espère que tu as fait modifier la note sur Azaña. Ceci dit, ses mémoires, que l’on vient de publier, est un livre atroce. Nous en reparlerons, j’espère, en boustifaillant. ”22
“Comilona” con Malraux, “hablar después de comer, o antes con tinto y con blanco”23 con Buñuel… ¡Aub tiene siempre mucho cuidado en asociar lo útil y lo agradable! “Fino gourmet” y excelente conocedor de los buenos restaurantes de la capital, cuya lista tiene en sus agendas,24 se afirma guía gastronómico más experto que algunos de sus amigos parisienses.
- La literatura
4.1 ¿Qué influencia literaria de Malraux sobre Aub?
Aub admira a Malraux y más de una vez piensa en darle vida en una de sus futuras obras de teatro. El 10 de julio de 1944 anota:
“Los comunistas. Drama en tres actos. Fecha: hacia el 20 de agosto de 1939. Lugar: Paris.
Personages: (réfugiados españoles), Margarita Nelken, Wenceslao Roces, Jean Cassou, José María Quiroga Pla, Louis Aragon. Los diferentes partidos nationales. No dejarse llevar por la critica. El cristianismo, la fe. Uno se suicida. Léo Wéresen, André Malraux, Ilya Ehrenburg. ” 25
Sin embargo, al contrario de lo que hace con sus demás amigos (Tuñón de Lara, Juan Chabás, José Bergamín…), Aub no integra nunca a Malraux en una de sus obras de ficción, salvo en una alusión al rodaje de Sierra de Teruel en Campo de sangre, en un párrafo donde él se incluye:
“A la tres y media todos toman el tranvía o van a dar una vuelta por las librerías. Don Enrique Díez-Canedo con las manos esposadas a la espalda, Corpus Barga con su elegante sombrero bien calado, Maroto con su bastón, Gil Albert con su chilaba, Dieste con su mujer, Margarita Garfías con Ramón Iglesia y Marina y su cuñada; Max Aub, que cuenta cosas de la película que prepara con Malraux; Bergamín, cuando viene de París, con su pecho hundido, estirando su sweater gris hacia abajo, Emilio Prados, Gaya, Manolo Altolaguirre.”26
¿Por qué esta ausencia? ¿Deseo de no ofuscar a Malraux? ¿de respetar la distancia que éste había puesto entre su “pasado español” y su presente ministerial? Para Aub la obra novelesca de Malraux –empezada en 1928 con Les conquérants y terminada en 1937 con L’Espoir a excepción de La lutte avec l’ange, publicada en 1943- es una referencia, sino un modelo, para la tarea que se ha asignado: dar cuenta de la guerra de España, de sus terribles acontecimientos y de sus trágicas consecuencias. Aub quiere hacer un inmenso reportaje, una amplia crónica de su tiempo. La condition humaine, L’Espoir son precisamente reportages ejemplares, en los cuales la ficción se pone al servicio de lo real, más verdadero por el hecho mismo de la fuerza de aquella ficción. Como Malraux en sus novelas, Aub escribe la epopeya trágica, “escritor directo” a la vez testigo y actor de aquélla. Como Malraux, Aub da un papel importante a los debates ideológicos de sus personajes, a sus dudas como a sus convicciones en cuanto a la imperiosa necesidad de la acción.
Varias veces, en sus apuntes personales, en sus correspondencias, en sus escritos críticos sobre la literatura, Aub incluye a Malraux entre los escritores con los cuales se siente más estrechamente ligado. En una carta a Roy Temple House, profesor americano que en un artículo publicado en la revista Books Abroad ha hecho alusión al existencialismo de Max Aub y de sus personajes, Max Aub afirma:
“ Me siento mucho más ligado a otro movimiento de las letras contemporáneas, más claro y normal –y, si usted quiere- heróico- en el que no hay diferencias geográficas ni políticas, donde se encuentran gente sólo dispares en aparencia como lo son, por ejemplo: Hemingway, Malraux, Ehrenbourg, Koestler, Faulkner, O’Neill. Gentes que, desde luego, a pesar de sus esfuerzos, no pueden pasar de reflejar la época. ” 27
En una conferencia titulada “De la literatura de nuestros días y de la española en particular” pronunciada en México en diciembre de 1963, Aub desarrolla su reflexión sobre las relaciones entre la escritura y la Historia:
Hace cincuenta años Joyce, Proust, Kafka, Pirandello marcaron su época. […] Ahora bien, hoy ¿quién señala como ellos lo hicieron nuestro tiempo? Camus, Borges, Paz, Sartre, Neruda, Montale, Moravia, Robbe-Grillet, Butor, Junger, Gras, Sender, Cela? Hubo grandes escritores de transición: Faulkner, Hemingway, Eliot, Dos Passos, Aragon, Malraux, Cholojov, Pasternak, pero ninguno de ellos deja de ser testigo para convertirse en maestro; y no lo son porque no podían, porque no pueden serlo: bajo sus pies el mundo empezó a dar vueltas a otro ritmo. Es posible que por eso, no vuelva a haber un Tolstoi, un Mann, y no digamos un Cervantes.”28
Varias veces, Aub se planteó la cuestión de la influencia directa que Malraux pudo ejercer en su escritura. En unas páginas autobiográficas redactadas en 1953 escribe: “¿Qué influencia ha tenido Malraux en mí? Es difícil decirlo: creo que es más personal que literaria.”
En sus entrevistas radiofónicas con André Camp en 1967, declara: “Sigo siendo un gran admirador de Malraux y de Aragon y un gran amigo de Malraux y de Aragon y sigo pensando que son dos de los más importantes escritores franceses. Ahora bien, por supuesto estoy más cerca de Malraux que de Aragon ya que soy novelista y creo que Malraux ha escrito algunas de las novelas más importantes de nuestro tiempo, entre otras sus libros sobre el arte. Quizás él no esté de acuerdo pero en fin, creo que son más novelas que libros sobre el arte.”29
Cada libro recién publicado por Malraux nutre la reflexión crítica de Aub. El libro titulado Antimémoires le da materia para reflexionar sobre las memorias y sobre la imposibilidad, segun él, de escribirlas, ya que el hombre no puede decir todo “lo verdadero” de su vida:
“Las Antimémoires de Malraux. Todos mienten. Luego no puede haber “memorias”. Todas fabricadas como novelas, nutridas por elementos extraños. Sobre enormes silencios (silencios auténticos que ningun erudito husmeará).”30
Por su parte Aub ha decidido no escribirlas -no contesta a las propuestas de algunos editores- ya que considera que es más importante dejar huella “para la memoria” de lo que ocurrió.
Cuando en 1971 recibe Les chênes qu’on abat, libro de entrevistas entre Malraux y el general de Gaulle, Aub prosigue su diálogo crítico con André Malraux y le confía sus reflexiones:
“En los Antimémoires, (hablo literatura), los retratos de Nehru y de Mao eran más elaborados, precisos, sorprendentes que el del General. Era, después de todo, bastante comprensible: no tenías que volver sobre ellos. Me dirás “no es una novela ”. Bueno. Dices que La condition es un reportaje, de acuerdo, y Guerra y Paz un libro de historia. Te escribía que Les chênes daban del General un retrato mucho más en relieve que el del tomo uno. Un retrato sorprendente, sobre todo la mañana (ventanas y nieve). Para el almuerzo, era como si estuviera y lo encontré divertido y, supongo todos tus lectores. Y no es fácil, lo sé bastante bien. Volveremos a hablar de eso, espero. Vuelvo a leer: ¿entiendes? No son las conversaciones (sin embargo la muerte además), es el físico si quieres. Tu has pasado de la pintura a la escritura (de madera). Es dificil encadenar en mi bemol sobre este tema. Pero no había leido nada desde hace mucho tiempo que se aproxime a tu libro. Yo que lo olvido todo y enseguida no puedo borrar en ningún momento aquel despacho y vosotros dos. Tibi ¡Y ellos van con su cruz! ” 31
4.2 de Max Aub a Max Torrès o la discreta aparición de Aub en la obra de Malraux
Se encuentran escasas alusiones a Max Aub en los escritos publicados por Malraux. En lo que conocemos de la obra de Malraux, él alude a su amigo una sola vez, en el tercer capítulo de La corde et les souris. ¿Quién es este Max Torrès que Malraux acoge en su despacho ministerial, el lunes 6 de mayo de 1968? Podemos preguntarnos si aquel visitante, entre otros Hôtes de passages no esconde, o refleja en el espejo de la escritura malruciana, la persona de Aub. En su introducción al tomo Le miroir des Limbes –aquí también se trata de espejo- de la nueva edición de las obras Completas de Malraux en la coleccción “La Pleiade”, Marius-François Guyard observa que, además de la similitud de los nombres, el visitante introduce en el despacho del ministro el pasado español de Malraux. De hecho, muchos indicios incitan à desenmascarar a Max Aub tras el visitante. Más de una palabra de Torrès, español exiliado, profesor desarraigado, recuerda el propio itinerario de Aub. Por ejemplo cuando Torrès afirma: “por culpa de Hitler, estoy obligado a pensar que soy judío; ¡sin embargo, me importa un pito!” o cuando confiesa sentirse como los estudiantes que manifiestan en las calles de París, “desorientado”, aunque tiene el recurso de culpar al exilio. A esas observaciones de Torrès se añaden las del narrador, el cual observa que su visitante, “se muestra sensible a los elogios como en la época pasada –únicamente cuando se trata de España, puesto que no tiene ninguna vanidad”, o que ha empezado a escribir sus memorias pero no las ha continuado. Y cómo no pensar en Max Aub cuando el narrador apunta el permanente afán de reflexionar, de cuestionar de su amigo Max, o que, otra cita, “…la guerra civil hizo de él el emigrado de un pasado”. A esos indicios que se refieren al itinerario y a la personalidad de Aub viene a sumarse otro a propósito de la lengua del visitante, que subraya sus intervenciones con la expresión “pur-et-simplement”. Su reiteración, no menos de diez veces a lo largo de las páginas de este diálogo, suscita por parte del narrador el comentario siguiente: “hizo sus estudios en Francia, y su ausencia de acento acentúa la rareza de aquella locución, que ya empleaba en España”. Esta observación se aplica completamente a Max Aub, quien en una lengua francesa hablada con una total naturalidad, dejaba aflorar esta expresión, directamente copiada del “pura y simplemente” de la lengua española.
Sin embargo, aquel Torrès cuyo patronímico nos recuerda el de Jusep Torres Campalans, antes comentado, y que ciertamente fue el libro aubiano preferido de Malraux, no puede ser Max Aub, ya que en mayo del 68 se encontraba en México y no en el despacho de Malraux.
Otros indicios impiden asimilar ambos Max: Aub no fue nunca “un joven judío anguloso de ojos resplandecientes”, no emigró a Berkeley y nunca fue psicoanalista ni tampoco especialista de la química del cerebro; no fue herido durante la guerra de España ni tampoco condenado a muerte después. Max Torrès es un personaje compuesto por Malraux, como Jacques Merry, le Bonze u otros, mezcla de realidad y de ficción. Entonces no se pueden asimilar completamente los dos Max como lo hace Marius-François Guyard en el índice de la Pléiade que acompaña su interesantísima introducción.
Por lo contrario, se encuentran numerosas evocaciones de Malraux en los Diarios de Aub, que constituyen unos cuantos elementos para un retrato, sin acabar, de Malraux. Los dos párrafos citados a continuación, que nos servirán de conclusión, fueron escritos con cuarenta años de distancia. Aub escribe el primero el 8 de marzo de 1941, cuando vive en Marsella y encuentra a Malraux:
“ Creo conocer bien a A.M. Su prodigiosa rapidez. Su memoria. Su estar al cabo de la calle en todo. Su evidente sapiciencia en casi todas las ramas del saber que me interesan. Su tajante juicio acerca de los libros que ignoro –esto está bien, esto no tiene importancia- y que luego siempre he podido verificar exacto, me ha hecho de él un hombre precioso para mi formación. Su misma “ mitología ” que le lleva a reducirlo todo a la “ condición trágica ” del hombre, estaba hecha para llenarme de entusiasmo. Bracea con lo mejor del entendimiento. Su mayor falla, su nerviosismo, su necesidad del enervamiento para producir ; su medir al milímetro las cosas que han de redundar en su gloria. Su cuidado de “ no gastarse ”. Su estrategia de la gloria. Lo mejor : su gusto por las gentes sencillas. ” 32
El segundo es anotado por Aub el 20 de junio de 1972, algunas semanas antes de su muerte. Aub, en camino hacia su regreso a México después de su segundo viaje a España, hace escala en París para discutir con Luis Buñuel sobre todas las preguntas abiertas por la redacción de su próximo libro. Ese mismo día, se encuentra con André Malraux una última vez, filmada por Buñuel:
“ Comida con Malraux. “¡Hélas!” Éstas fueron… Tristeza infinita: ¿Seguirá escribiendo? Dice que sí. Lo dudo. En el restorán, al fondo, Dalí. Dice A[ndré] M[alraux] que Skira le publica un capítulo de las Antimemorias y veinte -cincuenta- metros más allá Luis B[uñuel] filmando. Sordo, pero filmando, muy en lo suyo ; feliz con una pantalla de televisor que reproduce la imagen que la cámara va grabando, parece un niño:
– mira, mira. ¡Y esto sólo lo hay en Francia!
– ¿Será cierto?
Ya no somos. ¡ Salud !
Y Pablo Neruda muriéndose en su embajada ; por si algo faltara al cuadro. ”33
Estas escasas líneas, emocionantes, concentran la nostalgia del adiós, púdico, retenido, pero presente. Aub presiente que el final, el suyo, el de sus amigos, se acerca… Morirá brutalmente algunos días después.
El 2003, año del centenario de su nacimiento, ha suscitado numerosos actos y ediciones de las obras de Max Aub. Virtud de las conmemoraciones, subrayadas por el propio Aub cuando recomendaba, en febrero de 1956, en la apertura de una conferencia pronunciada en homenaje al centenario de Heine:
“Celebremos los centenarios. Son obligados puntos de referencia que nos fuerzan a volver sobre los males del tiempo. Disipan por un momento “las tinieblas del olvido” como cuando, de pronto, luce el sol entre oscuras y corredoras nubes.”34
Constatemos, sin embargo, que las tinieblas del olvido todavía no se han disipado mucho en el país que lo vio nacer.
Gérard Malgat
Al concluir este artículo, recibimos de Odette Christienne, Teniente alcalde del ayuntamiento de París, notificación de la decisión de la ciudad de homenajear a Max Aub y de poner una lápida en su casa natal, en el 3 cité Trévise del distrito 9, en las próximas semanas de este otoño 2005. “De pronto luce el sol entre oscuras y corredoras nubes…”
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1 Olivier Todd, André Malraux une vie, Paris, Gallimard, 2001, p. 25
2 “Combats d’avant-garde : les souvenirs de Max Aub”: esta série de seis entrevistas, realizada por André Camp, fue transmitida por la cadena nacional France Culture en mayo de 1967. Archivos del Institut National de l’Audiovisuel (INA), París, Francia.
3 Véase el artículo de Juan Rodríguez, “Cine”, en el catálogo de la Exposición Max Aub en el laberinto del siglo XX , Valencia, Generalitat Valenciana, 2003, pp. 210-219.
4 Carta de Max Aub a André Malraux del 29 de septiembre de 1944. Fundation Max Aub, (FMA), Segorbe, España. Un “ lavender ” es una copia positiva con la que se pueden hacer nuevos negativos.
5 Max Aub, Hablo como hombre, (Obras incompletas de Max Aub), México, editorial Joaquín Mortíz, 1967, pp. 82-95.
6 La composición del jurado del festival de Cannes, que tuvo lugar del 12 al 27 de mayo de 1965, fue la
siguiente: la presidenta fue Olivia de Haviland, actriz. Los miembros fueron André Maurois, escritor, presidente de honor; Goffredo Lombardo, Vice-presidente; François Reichenbach, realizador; Alain Robe-Grillet, realizador; Rex Harrison, actor; Michel Aubriant, periodista; Constantin Mikh Simonov, escritor; Jerzy Toeplitz, realizador; Edmond Tenoudji, productor; Max Aub, escritor. La pelicula que recibió el gran premio se títula The Knack… et comment l’avoir, de Richard Lester.
7 Max Aub publicará su traducción del guión de Sierra de Teruel, con un “prólogo adecuado”, en México, en la editorial Era, en 1968. Véase la autorización de Malraux reproducida en las primeras páginas del libro…
8 «Recibí la Sierra. Hace soñar… hasta luego. AM.»
9 Carta de André Malraux a Max Aub del 23 de agosto de 1948. FMA.
10 Olivier Todd, op. cit., p.33
11 Entre los cuales Jean Cassou, Alice Gascar, traductora del libro, Emmanuel Roblès, Max-Pol Fouchet.
12 Entrevista con Massin realizada en París en abril de 1998.
13 Carta de Georges Pompidou a André Malraux del 22 de febrero de 1951. Archivos Jacques Doucet, París.
14 los comunistas.
15 Carta de André Malraux a Max Aub del 16 de marzo de 1951. FMA.
16 Max Aub, Diarios,1939-1952, edición, estudio y notas de Manuel Aznar Soler, México, Memorias Mexicanas, Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y Las Artes), 2000, p. 132.
17 Estas reflexiones están escritas en dos hojas manuscritas, caja 2/2, FMA.
18 Libro postumo publicado por su mujer, Perpetua Barjau, en 1982.
19 Max Aub, «Isaac Kaplan», Imposible Sinaí, col. Biblioteca Breve, Barcelona, Seix Barral, 1982, p. 68.
20 Max Aub, Diarios (1939-1972), edición de Manuel Aznar Soler, Barcelone, Alba Editorial, 1998, pp. 414-416.
21 Ibid., p. 418.
22 “ Querido André: A propósito de tu discurso: al ver las fotos, entiendo vuestra reacción “ Sorbonne-huelgas ”; pero a pesar de eso no habría que hacer de eso una Historia. Para lo de la Universidad –y del sector audiovisual- ya lo sé: no saldremos de eso antes de un siglo. La humanidad se había acostumbrado a una guerra mundial cada veinticinco años ahora (la bomba) los de 40-50 de edad no quieren dejar su lugar a los de 25. ¿Por eso una revolución? No de tipo comunista en todo caso. Hablarán las máquinas. ¿“Una Francia tambaleante”? ¿No? En Inglaterra es peor, ¿y Oxford? ¿y Cambridge? Wimbledon, y gracias. No: se trata más bien de Gallimard contra Hachette. En fin, todos los que tomaban en serio el surrealismo, Leiris o Aragon, más sus jóvenes Max Pol Fouchet y compañía. Bien se trata de literatura, no está mal visto desde fuera de Francia: “revolución cultural ” y más verdadera que la otra. El problema de la juventud no es únicamente un problema de revistas literarias. Hay que actuar sin demora en el mundo entero. ¿Pero qué hacer?
Por lo demás te vuelves profeta. Bueno nos acostumbraremos.
[…] En cuanto a la traducción de las “ Antimémoires ” en español, espero que hayas modificado la nota sobre Azaña. Dicho esto, sus memorias, que acaban de publicar, es un libro atroz. Volveremos a hablar de eso, espero, manducando.” Carta de Max Aub a André Malraux del 17 de julio de 1968. Archivos Jacques Doucet, París.
23 Carta de Max Aub a Luis Buñuel del 18 de julio de 1968. FMA.
24 En su agenda de 1958, Aub ha apuntado los restaurantes y las direcciones siguientes: «»Chez Pierre»,
Vaugirard ; «L’enclos de Ninon», Bd Beaumarchais, (Bon marché !) ; «Joséphine», rue du Cherche-Midi ; «La grenouille», quai des grands Augustins ; «Chez l’ami Louis», 53 rue de Vert Bois ; «Les marronniers», entre Denfert-Rochereau et Arago ; «Le Provençal», rue mouton Duvernet ; «Chez Jacques», 11 rue Delambre (pot au feu) ; «Le Lyonnais», derrière l’Opéra ; «La potée champenoise», rue de l’Odéon ; «Aux charpentiers», 10 rue Mabillon ; «Aux ducs de Bourgogne», place d’Anvers, +++ !.» FMA.
25 Max Aub, Diarios, 1939-1952, op. cit., p. 112.
26 Max Aub, Campo de sangre, El laberinto mágico III, Madrid, Alfaguara, 1978, p. 391.
27 Carta a Roy Temple House escrita en enero de 1949. Max Aub, Hablo como hombre, op. cit., p. 36.
28 Ibid., p. 157.
29 “ Combats d’avant-garde : les souvenirs de Max Aub ”, archivos radiofónicos INA.
30 Max Aub, Nuevos diarios inéditos [1939-1972], Edición, prólogo y notas de Manuel Aznar Soler, Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, 2003, p. 368.
31 Notas preparatorias a una carta de Max Aub a André Malraux del 6 de abril de 1971. FMA.
32 Max Aub, Diarios, 1939-1952, op. cit., p. 47.
33 Max. Aub, Diarios (1939-1972), op. cit., p. 539.
34 Max Aub, Heine, introducción, edición y notas de Mercedes Figueras, colección Biblioteca Max Aub, n°8, Segorbe, FMA, 2000, p. 75