BENICARLÓ 1937
Desde el 4 al 11 de julio de 1938, se celebró el II Congreso Internacional de Escritores en defensa de la cultura, una propuesta de un grupo de intelectuales para promover la justa causa de la II República española, a la que el pacto de No Intervención estaba llevando a la derrota.
Los asistentes se fueron congregando en Barcelona, para desplazarse desde allí a Valencia, donde se hizo el acto inaugural, en el Ayuntamiento de Valencia, en sesión de mañana y tarde, a la que siguió una representación en el Teatro Principal de dicha ciudad de la obra de Federico García Lorca Mariana Pineda. Como muestra del espíritu del encuentro, valgan las palabras de Julio Álvarez del Vayo, Comisario General de Guerra 1AZNAR, Manuel (ed.) (2018). Segundo Congreso Internacional de Escritores en defensa de la cultura. Valencia, Institut Alfons el Magnànim, página 236.:
“Movilizados, en defensa de la cultura, en una hora en que la barbarie enardecida por las fogatas del Reichstag y por la quema en masa de vuestros mejores libros de la Universidad de Berlín amenazaba ya toda la cultura de Europa y del mundo, vosotros habéis visto confirmadas, a lo largo de la tragedia española, vuestras previsiones y las nuestras, más dolorosas, más trágicas. […]
Movilizadlos (a cuántos hombres sienten la causa de España como la causa propia) a todos, es vuestro deber, como lo habéis venido cumpliendo hasta aquí y que ahora cumpliréis con un doble entusiasmo cuando piséis el pueblo de Madrid”.
Después de dos agotadores días de sesiones y visitas en Madrid, que analizaré en otras entradas, los integrantes del congreso el día 9 partieron en coche para regresar de nuevo a Valencia, con una pausa para almorzar y visitar Cuenca. Durante el día 10 siguieron las sesiones, y el domingo 11 se dirigieron a Barcelona.
Y aquí hago el inciso para explicar someramente su etapa en Benicarló. Llegados los congresistas a media mañana a Peníscola, donde fueron recibidos por el gobernador, el director de Minas (ignoro por qué) y otras autoridades, que pronunciaros discursos de bienvenida, a la que respondieron el mexicano José Mancisidor, el costarricense Vicente Sáenz y el cubano Jan Marinello. Posteriormente, con un calor sofocante, ascendieron hasta el castillo del Papa Luna, que visitaron detenidamente.
Hacia el mediodía, con un destacamento de carabineros al mando del teniente coronel Alejandrino cubriendo el recorrido, se desplazaron al Albergue Parador Nacional de Turismo de Benicarlo, que había sido inaugurado el 24 de junio de 1934. Imaginamos el oasis que significaría para los acalorados y fatigados congresistas los momentos de asueto en su pérgola-rotonda y posteriormente en su comedor.
Como curiosidad histórica a ahondar, en un breve estudio que me ha proporcionado su autora, la empática recepcionista del Parador, Sandra Guisado (que como indica en su cuenta de Twitter, trabaja duro y vive el momento alegremente), cabe decir que en dicho parador, dos meses antes, el 3 de mayo de 1937 se reunieron allí el president Companys y el primer ministro Largo Caballero, ¡el día antes de los “fets de maig”, que supusieron un cambio radical en la orientación del gobierno de España, siendo Largo sustituido por Juan Negrín. ¿Quién no daría lo que fuera por saber de qué hablaron?
Así pues, cerremos los ojos y pensemos en un momento a los Malraux, Bergamin, Ilia Ehrenburg, Octavio Paz, Pablo Neruda o el admirado Max Aub, degustando una buena paella, sorbiendo una fresca cerveza y contemplando el Mediterráneo.
Sí, el mismo encanto que vivió repetidas veces Manuel Azaña, que quiso que fuera el marco para sus reflexiones sobre el drama de la guerra, en su excelente Velada de Benicarló, aunque fuera escrita en Barcelona, como indica él mismo en el prólogo. Sin embargo, en aquellos días de mayo de 1937, sí visitó el parador, como confirma en sus Memorias de guerra, 2AZAÑA, Manuel (1978). Memorias de guerra II. Barcelona, Crítica. Pág. 40
«Ya el sábado, 1 de mayo, Largo me telefoneó desde Valencia diciéndome que necesitaba verme con urgencia. Convinimos en que nos veríamos el martes, en Benicarló. El lunes por la noche, al iniciarse los sucesos de Barcelona, le hice saber que dado el cariz de las cosas, no me parecía oportuno alejarme de Barcelona, y que sería mejor aplazar la entrevista para el miércoles, si mejoraban. Contestó aceptando»
¿Querría Largo Caballero ver a Companys y Azaña al mismo tiempo, el día 3, en el Albergue? Sea como fuere, el caso es que la semana del 3 de mayo de 1937, el Parador de Benicarló acogió importantes y graves encuentros, que posiblemente marcaron el futuro de la II República.
Seguirá.