Nos cuenta la secretaria de André Malraux, Elvira Farreras[i]: “La Producción André Malraux tenía un despacho en la planta baja del Comissariat de Propaganda y el teléfono era el mismo que el que utilizaban los productores del film. Un día, Jaume Miravitlles recibió una comunicación de la Presidencia
del Gobierno de la República en la que se le preguntaba cómo era posible que hubiera tal cantidad de llamadas telefónicas a París, por parte del Comissariat, hasta el punto de que el acuerdo de reciprocidad para las conferencias telefónicas entre España y Francia estuviera completamente desnivelado […] Cuando conoció la causa, nos dejó seguir haciendo nuestras numerosas llamadas a París”.
Malraux y su equipo tenían restringido el uso del teléfono, como nos dice Denis Marion[ii]: “Teníamos la autorización de telefonear a París, pero solo desde el inmueble de la Propaganda (Comissariat), que se encuentra en la parte superior del Paseo de Gracia, mientras que el estudio está situado en la cima de la colina de Montjuich, a cinco kilómetros”.
Y sigue contándonos como una conferencia con Roland Tual para pedirle película, solicitada a las cuatro, no recibe la respuesta de la centralita hasta las seis, para decirle: Imposible de pasarle hoy. Las comunicaciones están muy mal. ¡Salud!
Una de las razones de tantas llamadas era la escasez de todo tipo de material, empezando por la película virgen, a lo que se añadían los retornos del revelado que se efectuaba en París, por parte de Roland Tual. Se había intentado combinarlo, como nos relata Marion[iii]: “Page me sugirió que dado que había recepción de virgen y envío de filmado, solicitáramos un permiso de reexportación que agilizaría el proceso”. Pero nunca fue posible coordinar las dos operaciones. Hasta el punto de que, en uno de los múltiples viajes de Max Aub (el hombre para todo) a La Junquera para recoger un envío de película virgen, debiendo utilizar el único coche disponible, se encontró con cinco mil metros de positivo, solicitado un mes antes, del que ya nadie se acordaba. Las dificultades con la película duraron durante todo el rodaje, inspirando incluso relatos completamente fantásticos, como el de Denise Tual, que explica cómo pasaba película a escondidas ¡por Hendaya![iv].
Pero no solo era imprescindible la película. El equipo carecía de los más básico, tanto para el rodaje (incluso tanques o toros), como para los actuantes (maquillaje o jabón). Nos lo cuenta Mari Luz Morales, que había sido directora de La Vanguardia y crítico de cine, y colaboraba en el rodaje[v]: Fue preciso traer de Francia -quién sabe a costa de cuántas complicaciones, retrasos, contratiempos- no solo la película virgen, sino pantallas, lámparas, objetivos, focos, carbones para los arcos voltaicos, carros para trávelin, ¡e incluso el maquillaje para los intérpretes!
Ante tantas penalidades, cabe destacar las predilecciones de Josette, como nos cuenta su amiga Suzanne Chantal en una carta que aquella le escribe ya en julio[vi]: “Ni azúcar, ni leche, ni pan, ni mantequilla. A mediodía hemos comido gato. No hay tabaco… Soñamos con pollo frío y lenguado Mornay. Tráigame pastillas de jabón Gerlain, un Skin Tonic, jabón de afeitar Listerine, agua dentífrica, etcétera…”
Suzanne va a Barcelona y lleva ropa y accesorios (incluso dólares escondidos en su pelo) y posteriormente se esforzará en mandar envíos hasta Cerbère, donde unos contrabandistas los pasarán hasta Figueras, o al menos así lo cuenta Curtis Cate[vii].
En cualquier caso, el teléfono del Comissariat de Propaganda debió echar humo durante aquellos meses. Estaba situado una planta más arriba que la oficina de las Producciones Malraux, así que este, y Max Aub, debieron subir y bajar las escaleras a un ritmo extenuante. En una imagen, se ofrecen algunos de los teléfonos más usados[viii]. Podemos encontrar, claro, Roland Tual, que se ocupaba del revelado en las instalaciones de Pathé, o Denis Marion, que colaboraba en el guion y estuvo bastante tiempo en Barcelona durante el rodaje. También es lógico que figure la Embajada de España. Otros personajes son menos reconocibles, como Jeanne Laurent, escritora que por aquél entonces estaba en el ministerio de Educación y posteriormente estaría en la Resistencia, o Juan Vicens, bibliotecario con quién Aub había trabajado en el desarrollo del Pabellón español en la Feria Internacional de Paris, el año antes. Quedan por definir los nombres de Boutaut y una tal Betty con un apellido que podría ser Massinon, o algo así. ¿Alguien puede ayudarme, encontrándolos entre los amigos de Max Aub y/o André Malraux?
A veces, de una perla se saca un collar. Aunque sea brevemente, narraré la situación de Telefónica por aquel entonces. La Compañía Nacional Telefónica de España, se regía por un régimen de monopolio, cedido a la empresa estadounidense IT&T, desde el acuerdo de 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera[ix]. Establecida la República, la posición de las izquierdas fue siempre la de derogar dicho acuerdo, cosa que no lograron. Todos los intentos en tal sentido fueron rechazados por el gobierno de los EE. UU., que amenazaban con sanciones comerciales. Solo se consiguió alguna mejora en las condiciones del contrato.
En Barcelona, hasta los hechos de mayo de 1937, la práctica totalidad del personal pertenecía a la CNT, siendo su control de las llamadas una de las razones por las que estalló el conflicto entre anarquistas y trotskistas y los comunistas apoyados por la Generalitat. Restablecido el orden, con mayor control del ejecutivo republicano, continuaron sin embargo las reticencias[x]. En un interesantísimo documento, se menciona que incluso en junio de 1938, hubo una reprimenda del Ministerio de Defensa a la CTNE, cuyo comité de empresa tuvo que: “volver a recordar a las operadoras las instrucciones terminantes que tienen de no intervenir bajo ningún pretexto en estas conferencias”[xi].
Sirva ello de ejemplo y de reconocimiento a aquellos esforzados e improvisados cineastas, que afrontaron todo tipo de dificultades en su afán por dar proyección internacional a la causa republicana.
—-NOTAS—-
[i] Archivos de la Filmoteca. Año 1, nº 3. Valencia, Filmoteca de la Generalitat Valenciana. Página 289
[ii] MARION, Denis (1970) André Malraux. Paris, Seghers-Cinéma d’aujourd’hui. Página 66.
[iii] MARION (1970): 70.
[iv] https://www.visorhistoria.com/historia-y-ficcion/
[v] MORALES, Mari Luz (2019) Alguien a quien conocí. Sevilla, Renacimiento. Página 256.
[vi] CHANTAL, Suzanne (1976) Un amor de André Malraux: Josette Clotis. Barcelona-México, Grijalbo. Página 113.
[vii] CATE, Curtis (1993) Malraux. Paris, Flammarion. Página 333.
[viii] Archivo del Institut Valencià de Cultura (Fondo Max Aub).
[ix] http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:ETFSerieV-55C14806-F9E2-237B-99D3-045AD53B1069/Documento.pdf
[x] SOLER FERRAN, Pablo (2021). La Compañía Telefónica Nacional de España en tiempos de guerra (1936-1945) Madrid, Universidad Complutense. Trabajo de Fin de Máster, en: https://docta.ucm.es/rest/api/core/bitstreams/9a370bf3-a5d2-4c28-9312-939644f2a76f/content
[xi] Acta CE-CTNE ZR 22 junio 1938. En SOLER FERRAN (2021): 51.