Los Estudios Orphea Films tienen una estrecha relación con el mundo del cine francés. En 1930, nace en París la productora Orphéa Films. Eran sus fundadores dos franceses: Ferdinand Resnard y Camille Lemoine, y un catalán, Josep María de Guillen-García, fundador a su vez, en 1924 de Radio Barcelona. Ya desde el principio, se tenía el proyecto de establecer una rama en España. Un cuarto implicado, del que habrá que hablar también, es Francesc Elías, director cinematográfico, con contactos en diversos ámbitos políticos españoles. Veamos si no, como nos cuenta su biógrafo la reunión donde se habla de un proyecto español[i]:
“Según Elías, la clave para la instalación de Orphea en Barcelona serían sus contactos en París con un grupo de desterrados españoles contrarios a la dictadura de Primo de Rivera. Estas relaciones comenzaron cuando preparaba el guion de Sous le casque de cuir y conoció, en el aeródromo de Orly, donde acudía para asesorarse en las tomas aéreas, al piloto español Ramón Franco Bahamonde (posiblemente entre diciembre de 1930 y abril de 1931). A través de él accede al grupo que se reunían en Chez Borras, en París, entre los que figuraban el general Queipo de Llano, el coronel Macià, y los militares Pastor, Menéndez y Rexach, que serían personajes influyentes de la inminente Segunda República Española. El apoyo de Macià, que poco después sería presidente de la Generalitat de Cataluña, al proyecto de Orphea fue determinante para su consolidación”.
Realmente sorprendente, que los estudios en cuestión surgieran de unos encuentros entre el hermano del futuro dictador, su general más próximo y un separatista acérrimo como Macià. Cosas veredes…
Así pues, con el apoyo de Maciá, ya presidente, Lemoine y Elías consiguen la autorización para establecer un estudio cinematográfico en el Palacio de la Química, de la reciente Exposición Universal de 1929. El contrato de arrendamiento con el Ayuntamiento de Barcelona se decidió en el plenario del 2 de marzo de 1932. Casi de inmediato, llegó un nutrido equipo técnico y se empezó a rodar Pax, dirigida por el propio Elías. Curiosamente, se rodó solo la versión francesa, al no hallarse productor dispuesto a financiar la versión en español. Dado que en Madrid no existían aún estudios del mismo tipo, se rodaron en Barcelona la totalidad de películas de 1932. A finales de dicho año, el Ayuntamiento prorroga el alquiler por un periodo de cinco años, a razón de 20.000 pesetas anuales.
Antes de la guerra, en febrero de 1936, el edificio sufrió un grave incendio que provocó el derrumbe del techo de una parte de este. Reconstruido con todos los requisitos necesarios, tenía dos zonas que permitían el rodaje de dos películas simultáneamente: la A, de 1775 m2 y la B, de 1770 m2.
Elías siguió trabajando en los Estudios Orphea durante varios años y a principios de 1936, inicia el rodaje de María de la O[ii], protagonizada por Antonio Moreno y Pastora Imperio, y con un buen elenco entre los que destacan Carmen Amaya (en el papel de Maria de la O), y un Julio Peña, prestigioso galán regresado de Hollywood, que más tarde encontraremos encarnando a Attignies en Sierra de Teruel, y por ello será objeto de nuestra habitual disección[iii].
Los Estudios Orphea tenían varias ventajas además de su alto nivel técnico, como el estar algo alejados del centro de la ciudad y el puerto, lugares habituales de bombardeo (ver entrada al efecto), y también su cercanía, a pocos metros, del Pueblo Español, cuyos emblemáticos edificios podían ofrecer exteriores interesantes (ver imagen).
En el apartado negativo, solo uno: la existencia de una comisaría del Servicio de Información Militar (SIM), en una parte del edificio, lo que ponía los pelos de punta a más de uno, en especial los extras contratados y no siempre con los papeles en regla.
Lo cuenta el colaborador de Malraux, Denis Marion, que presenció la escena en la que el asistente Rigueira y un actor, bajan desde los estudios al Paralelo de Barcelona a buscar un figurante (ver fotograma, de la Secuencia XXXII, que se analizará en su momento). Ante su reticencia, le prometen, mintiendo, que si colabora, podrá comer opíparamente con ellos.
Sigue el texto[iv]: “-Decidme -gime el extra al ver la pistola que lleva el asistente en la cintura- no querréis hacer daño a un pobre hombre que no se ha metido con nadie. Nunca he dicho nada contra la República. – ¡No! ¿Qué te piensas? Solo queremos que vengas a un estudio de cine.
El auto gira por la plaza de la Constitución y toma la avenida que sube a Montjuich. El campesino está pálido. El camino lleva directamente a una prisión para políticos condenados. Cuando el coche pasa de largo de sus rejas, suspira aliviado. Pero instantes después reanuda su congoja. El vehículo se para delante de un gran edificio guardado por centinelas con bayoneta. Sobre la puerta, un cartel: S.I.M. (Servicio de información militar). Cuando le obligan a bajar, se le doblan las piernas, pensando que le ha llegado la hora. ¿Cómo podía adivinar que el S.I.M. había requisado una parte de los locales del estudio donde trabajábamos? Una hora después, habiendo comido sus lentejas y bacalao, y con los bolsillos llenos de cigarrillos, empezó a convencerse de que su vida no corría peligro”.
[i] SANCHEZ OLIVEIRA, Enrique. (2003). Aproximación histórica al cineasta Francisco Elías Riquelme (1890-1977). Universidad de Sevilla, página 81.
[ii] https://www.filmaffinity.com/es/film803602.html
[iii] https://www.historiaesmemoria.com/pesquisa-4-el-topo/
[iv] MARION, Denis (1970). André Malraux. Paris, Seghers – Cinéma d’aujourd’hui. Página 78.